Como interludio, a la espera de que termine de escribir “Poderes”, quiero compartir con vosotros un hallazgo. No me extrañaría que para alguno de vosotros no sea una novedad, sois uno avisados navegantes por los ciberbasureros y todos nos hemos visto en la tesitura de tener que hacer un regalo a alguien que ya lo tiene todo o a quien no conocemos, en el fondo tan bien.
La solución son los regalos personalizados. Para muestra, un felpudo:
Escribo para mi mismo. Porque he descubierto el placer de releer las entradas para recordar mejor lo que vi y sentí. Escribo para relatarme mi vida a mi mismo. Esto supone que, como si fuera un papel pintado mal encolado a la pared, lo que aquí relato se despega ocasionalmente de lo realmente vivido y forma burbujas, con las que se adapta esa realidad a la lógica del relato, más que al caos ilógico y nunca lineal de la vida vivida. Por eso, en consecuencia, transformo los hechos en un relato y a quien menciono, y a mi mismo, en personajes de un pliegue de la realidad, sin por ello dejar de ser sincero.
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