Me tomo un café, haciendo tiempo. Un hombre canta "country and western" a mi espalda, en una de las esquinas de la calle peatonal del centro. Algún café y restaurantes, tiendas de recursos y galerías de arte, tiendas de montañismo, oficinas de agencias gubernamentales para asuntos aborígenes.
En la calle, se cruzan los turistas con australianos aborígenes que parecen tener todo el tiempo del mundo. Los turistas son los únicos blancos con tiempo que perder.
Alice Springs es un Tombstone del siglo XXI.
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