Escribo para mi mismo. Porque he descubierto el placer de releer las entradas para recordar mejor lo que vi y sentí. Escribo para relatarme mi vida a mi mismo. Esto supone que, como si fuera un papel pintado mal encolado a la pared, lo que aquí relato se despega ocasionalmente de lo realmente vivido y forma burbujas, con las que se adapta esa realidad a la lógica del relato, más que al caos ilógico y nunca lineal de la vida vivida. Por eso, en consecuencia, transformo los hechos en un relato y a quien menciono, y a mi mismo, en personajes de un pliegue de la realidad, sin por ello dejar de ser sincero.


lunes, 8 de abril de 2013

Empezar

Empezar

Mis primeras impresiones de Palau no fueron buenas. Mejor dicho, me encantó sentir que había llegado aquí, después de 32 horas, y que estaba en el trópico (una señora y su niño pasaron inmigración saludando a la agente y dejando sus pasaportes con una amiga que venía atrás). Pero las primeras en Koror me hicieron preguntarme qué a ene había perdido aquí y por qué había venido. Me desilusionó un poco. Sé que me emperré en venir, y sólo por eso es bueno que haya venido. En muchos aspectos es más moderno de lo que me esperaba, más desarrollado, aunque no deja de ser un agujero lleno de gente amable (e ignorante -esa es la impresión: todavía no sé de ningún sistema que en el fondo no busque el embrutecimiento de la mayoría, mediante los medios de comunicación, la educación, la alimentación). La influencia norteamericana produce estos híbridos. Me recuerda a PAP, y también a Santo Domingo o San Juan. A las partes feas y modernas, en las que hay que moverse en coche.
No me gusta el hotel, que no tiene ninguna gracia, aunque he de reconocer que fue una buena opción, ya que está en el centro del pueblo.
Dicho lo anterior, me da la impresión que la evidente influencia japonesa parece más positiva o, al menos, tiene algo de civilizador y organizador que me gusta (las mejores comidas han sido en restaurantes japoneses); la visita al museo (misma impresión sobre la influencia japonesa; pobre mural de las relaciones con España, interesante muestra de foto de los alemanes).
Luego está el buceo. Mejor dicho, el paseo por las Islas Rocosas (Rock Islands), que es un archipiélago impresionante y difícil de describir (son rocas calcáreas, muy desgastadas por la erosión, totalmente cubiertas de vegetación en medio del océano, formando un laberinto con todos los azules posibles del mar). He navegado ya varías veces por la zona y me sigue pareciendo hermoso (tal vez que al mismo tiempo la mayoría sean inhópistas, sin agua dulce, las haga mas hermosas).
El buceo es impresionante, y eso que yo estoy metido en el cursillo para mejorar mis habilidades. Aún así, he visto tiburones, mantas, tortugas, atunes, peces loro, peces tigre, peces de todos los colores, como los corales. Es bueno que haga el cursillo, aunque creo que el buceo no terminará por seducirme del todo. Al final, hace falta tanto aparato, que me parece engorroso. Lo contrario de la simpleza de las olas y la tabla.
Voy mucho a lo mío, y me gusta. Estoy contento conmigo mismo y no echo de menos el jolgorio. Echo de menos otras cosas, pero ya hablaré de eso en otro momento, cuando fluyan mejor las palabras.

No hay comentarios: