Para la primera entrada del 2009, tenía pensadas dos opciones. Una, contaros cuál había sido, para mi, el disco del 2008 -porque me sigue gustando mucho el disco de Alphabeat-, pero decidí que era mejor dejarlo, ante la perspectiva de que mi amigo "el ex-presidente del gobierno" me torciera el gesto, por hacer una de esas entradas tan frívolas, que tan poco le gustan. La otra opción era empezar un relato, pero he decidio -es decir, necesito- esperar un par de semanas. Así que, al final, voy ha hacer algo tan pasado de moda como optar por una "tercera vía".
También es cierto que he pasado unas vacaciones de Fin de Año fantásticas, durante las que ni me he contectado a Internet, ni he leído los periódicos; sólo he escuchado una emisora de radio que mezclaba -estupendamente- Disco, Soul, R&B y Música Popular Brasileña, y sólo me he sentado en frente de la televisión para ver "Chicas Malas" -que es de visionado imprescindible, por cierto-. Además, aunque era la segunda vez que visitaba Río de Janeiro, ha sido ésta cuando he descubierto la ciudad y me he rendido a ella. La vez anterior, me la pasé bailando. Cierto es que iba predispuesto a ello, porque en el viaje de 2004 me lo había pasado como un enano y porque últimamente estoy muy sentimental. Este año celebraré unos de esos cumpleaños redondos y definitivos, y hace unos meses descubrí que fui concebido, por esta época del año, precisamente en Río -sé que, en el fondo, esto es una cursilería.
La razón principal por la que decidimos volver a Río era para volver a estar en Copacabana y disfrutar de la mejor fiesta de Fin de Año que conocemos. Este año, aún siendo estupenda, fue una fiesta algo más tranquila que en 2004. Para nuestra sorpresa, el tema principal era el amor. Llena estaba la playa de parejitas de todo tipo y color besándose, abrazándose, acariciándose. Será que en los tiempos turbulentos, necesitamos recogimiento y refugio.
Pasada la fiesta, queda la ciudad. Grande, caótica, dinámica, imperial y republicana. No voy a hacer una guía turística de Río, así que me limito a decir que la catedral de Río está ahora en mi lista de "mejores edificios" y que en Río hay librerías fabulosas, de las que casi ya no se encuentran en las grandes metrópolis desarrolladas.
Junto a la ciudad, está la playa. ¿O debería decirlo al revés? ¿O debería decir que la ciudad es la playa? No sé cómo era Río antes de 1960, cuando se trasladó la capital a Brasilia, pero intuyo que Río sobrevivió reinventándose sobre sus playas, cada una con su personalidad, pero todas abiertas, cálidas e igualitarias -hasta el grado que los michelines lo permitan. En la playa todos son cuerpos gloriosos, más allá de sus naturales diferencias. Cuando no hay playa, como en la foto de Ipanema que he puesto -de uno de esos días tormentosos de los veranos tropicales- la ciudad se repliega en si misma, descansa, e imagino, va al gimnasio. No tengo fotos de los días que hizo bueno: ¿Para qué iba a llevar la cámara a la playa? La Red está llena de fotos de las garotas y los garotos en Ipanema. Buscad, buscad; haced la prueba.
Al volver de mi primer viaje a Río, hace 4 años, empecé a decir que si fuera portugués, sería "ratachiste". Después de este segundo viaje, creo que ya lo soy, así que tendré que empezar a buscar la forma de ser (también) portugués. Con los años, me vuelvo más y más lusófilo -signo de que, en algunos aspectos, maduro en el sentido adecuado. En la primera versión de esta entrada -la que escribí en mi cabeza- este párrafo me daba pie a defender la latinoamericanidad de España, la inmigración y el mestizaje. Pero, al final, he decidido dejar esos temas para otra ocasión y, en su lugar, colgar la canción que más estoy escuchando desde que volví de Río, porque creo que su sensualidad y calor -y su sencilla complejidad- es mucho, mucho, más elocuente, sobre todo en el invierno:
Hay una versión "limpia" en www.youtube.com/watch?v=jD4PFksOoKs (no dejan incluirla en otras páginas). Me imagino que, en Brasil, que te guste la música de esta chica, Ana Carolina, es una horterada; pero, como soy guiri -por más que me pese-, puedo permitírmelo.
También es cierto que he pasado unas vacaciones de Fin de Año fantásticas, durante las que ni me he contectado a Internet, ni he leído los periódicos; sólo he escuchado una emisora de radio que mezclaba -estupendamente- Disco, Soul, R&B y Música Popular Brasileña, y sólo me he sentado en frente de la televisión para ver "Chicas Malas" -que es de visionado imprescindible, por cierto-. Además, aunque era la segunda vez que visitaba Río de Janeiro, ha sido ésta cuando he descubierto la ciudad y me he rendido a ella. La vez anterior, me la pasé bailando. Cierto es que iba predispuesto a ello, porque en el viaje de 2004 me lo había pasado como un enano y porque últimamente estoy muy sentimental. Este año celebraré unos de esos cumpleaños redondos y definitivos, y hace unos meses descubrí que fui concebido, por esta época del año, precisamente en Río -sé que, en el fondo, esto es una cursilería.
La razón principal por la que decidimos volver a Río era para volver a estar en Copacabana y disfrutar de la mejor fiesta de Fin de Año que conocemos. Este año, aún siendo estupenda, fue una fiesta algo más tranquila que en 2004. Para nuestra sorpresa, el tema principal era el amor. Llena estaba la playa de parejitas de todo tipo y color besándose, abrazándose, acariciándose. Será que en los tiempos turbulentos, necesitamos recogimiento y refugio.
Pasada la fiesta, queda la ciudad. Grande, caótica, dinámica, imperial y republicana. No voy a hacer una guía turística de Río, así que me limito a decir que la catedral de Río está ahora en mi lista de "mejores edificios" y que en Río hay librerías fabulosas, de las que casi ya no se encuentran en las grandes metrópolis desarrolladas.
Junto a la ciudad, está la playa. ¿O debería decirlo al revés? ¿O debería decir que la ciudad es la playa? No sé cómo era Río antes de 1960, cuando se trasladó la capital a Brasilia, pero intuyo que Río sobrevivió reinventándose sobre sus playas, cada una con su personalidad, pero todas abiertas, cálidas e igualitarias -hasta el grado que los michelines lo permitan. En la playa todos son cuerpos gloriosos, más allá de sus naturales diferencias. Cuando no hay playa, como en la foto de Ipanema que he puesto -de uno de esos días tormentosos de los veranos tropicales- la ciudad se repliega en si misma, descansa, e imagino, va al gimnasio. No tengo fotos de los días que hizo bueno: ¿Para qué iba a llevar la cámara a la playa? La Red está llena de fotos de las garotas y los garotos en Ipanema. Buscad, buscad; haced la prueba.
Al volver de mi primer viaje a Río, hace 4 años, empecé a decir que si fuera portugués, sería "ratachiste". Después de este segundo viaje, creo que ya lo soy, así que tendré que empezar a buscar la forma de ser (también) portugués. Con los años, me vuelvo más y más lusófilo -signo de que, en algunos aspectos, maduro en el sentido adecuado. En la primera versión de esta entrada -la que escribí en mi cabeza- este párrafo me daba pie a defender la latinoamericanidad de España, la inmigración y el mestizaje. Pero, al final, he decidido dejar esos temas para otra ocasión y, en su lugar, colgar la canción que más estoy escuchando desde que volví de Río, porque creo que su sensualidad y calor -y su sencilla complejidad- es mucho, mucho, más elocuente, sobre todo en el invierno:
Hay una versión "limpia" en www.youtube.com/watch?v=jD4PFksOoKs (no dejan incluirla en otras páginas). Me imagino que, en Brasil, que te guste la música de esta chica, Ana Carolina, es una horterada; pero, como soy guiri -por más que me pese-, puedo permitírmelo.
1 comentario:
Y yo que aún no he estado en Rio... Ya tardo.
Voy por partes:
- Qué bonito el post, y qué bonito el amor.
- No me extraña que te guste la catedral de Rio, es muy "Tyrrell Corporation". Yo me quedo con la de Brasilia, pero ya sabes que soy un clásico.
- Los brasileños no van al gimnasio, no les hace falta, nacen así. Nadie lleva las lorzas tan bien como ellos, es alucinante. Yo creo que esos cuerpos perfectos y naturales los tienen de follar mucho.
- Estoy intrigadísimo, ¿Quién es el ex-Presidente del Gobierno?
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