Escribo para mi mismo. Porque he descubierto el placer de releer las entradas para recordar mejor lo que vi y sentí. Escribo para relatarme mi vida a mi mismo. Esto supone que, como si fuera un papel pintado mal encolado a la pared, lo que aquí relato se despega ocasionalmente de lo realmente vivido y forma burbujas, con las que se adapta esa realidad a la lógica del relato, más que al caos ilógico y nunca lineal de la vida vivida. Por eso, en consecuencia, transformo los hechos en un relato y a quien menciono, y a mi mismo, en personajes de un pliegue de la realidad, sin por ello dejar de ser sincero.


domingo, 28 de junio de 2009

jueves, 25 de junio de 2009

Los Boy-os


El viernes, fui al concierto de los Pet Shop Boys, de los Boyos, como los llama miManolete. Gente que sabe más que yo dice que no fue su mejor concierto. Es cierto, que el sonido no era brillante y que Neil no parecía tener su mejor día. Tocaron 8 de sus canciones nuevas ("Did you see me coming?" fue la segunda; tal vez, demasiado temprano), un par de temas menos conocidos ("Two Divided By Zero", "King's Cross", "Why Don’t We Live Together"), una versión de Coldplay ("Viva La Vida", sobre la base de "Paninaro") y un puñado de sus mejores temas ("Heart","Love Comes Quickly", "Go West", "Always On My Mind", "Left To My Own Devices" -en honor de Breckinridge, claro-, "Jealousy", "It’s A Sin", "West End Girls"). Siguen haciendo música relevante y buena.

A mi, el concierto me gustó muchísimo. Es la primera vez que los veía en directo y tuve ese momento de gracia en el que te dejas llevar, desgañitándote cantando con ellos.

Desde que vivo en Londres, me los he cruzado, una vez en el teatro y otra cenando en los intervalos del ballet. Las dos veces, el cuerpo me pedía acercarme y decirles lo muchísimo que me gusta su música, pero me dio vergüenza. No vi a nadie hacerlo. Tal vez, la próxima vez no sólo me acerque y les diga lo mucho que los admiro, sino que los invite a cenar -cada vez que, en una entrevista, leo la pregunta "¿Quiénes serían tus invitados para una cena perfecta, Tita?", pienso que yo invitaría a Neil y a Chris, y a Breckin, y a Notorious, y a Pandora, ....

Los Boyos están, para mi, en un pequeñisimo grupo de gente que empecé odiando, hasta que los escuché sin prejuicios, por usar la frase de George Michael. También me pasó con Prince, por poner el ejemplo del mejor músico de todos los tiempos. En los dos casos, creo que no me gustaban nada al principio porque (1) a todo el mundo le volvía loco "West End Girls"/"Purple Rain" y (2) porque eran raritos. Prince, porque era demasiado abiertamente sexual -en mi pubertad, yo era un hipócrita puritano-, y los Boyos, porque eran claramente maricas. Curiosamente, con el tiempo, terminé adorando a uno y otros, precisamente, por eso mismo. Por supuesto que me gustaban las canciones, pero había decidido que no, que no me gustaban.

Por suerte, son gente con talento y, pasado el tiempo, sacaron temas tan buenos que no pude más que rendirme y, como cuando una ciudad asediada al invasor, hacerlo incondicionalmente. Con Prince, me pasó con "Pop Life", con los Boyos con:



"It's A Sin" de "Very" de 1987. Algo me ganaron con "Loves Comes Quickly", que es de "Please" (1986), pero nunca me había sentido tan Roberta Flack hasta que escuché "For everything I long to do, no matter when or where or who, has one thing in common too, It's a, it's a, it's a, it's a sin, It's a sin."

Además, me pasé el final de 1990 viendo una y otra vez -lo tenía grabado de la tele- "Being Boring" y no por la chica cubierta de espuma. Era el monento de empezar a aceptar las cosas cómo eran, y son.

miércoles, 17 de junio de 2009

Batiburrillo
























4. Echadle la culpa a mi jefe, que pensó que andaba yo algo aburrido y que lo que necesitaba era más trabajo. Eso sí, a mis compañeros de trabajo, que deben de estar pasándoselo bomba en la oficina, los dejó como están, incluso a los que cobran más que yo. Ya sé que tendría que estar contento, por tal muestra de confianza y de valoración de mi trabajo, pero es que yo, respecto del trabajo, me creo a pies puntillas los que dice el Antiguo Testamento: es un castigo divino. Y prometo que, por el momento, no me estoy divirtiendo nada y se me quitan las ganas de sentarme delante de la pantalla del ordenador fuera de horas de oficina -porque yo, este blog, lo escribo en la oficina.

También echadle la culpa al tiempo. Primero, porque hemos tenido dos semanas de mal tiempo, que me quitaron las ganas de todo. Después, porque ha vuelto el buen tiempo y, justo en estos días tan larguísimos del final de junio, lo que apetece es estar en la calle, en los parques, en las terrazas, contagiado de la alegría del principio del verano y admirando a todos esos chicos ligerísimos de ropa.

Entre mi jefe y el tiempo, he dejado el blog abandonado. Pero, desde la última vez que escribí, han pasado algunas cosas que no puedo dejar de reflejar aquí -sobre todo, porque a finales de esta semana pasará otra que merecerá una entrada.

5. Hace una o dos semanas, y por eso la foto, fui a uno de los conciertos que dio la Britney en Londres. Fue un desastre y fue divertidísimo. El público éramos, en un 80% chicas prepúberes y púberes, con algún padre o madre o novio cabizbajo, y en un 20% grupos de hombres especialmente sensibles a la música y el espiral de autodestrucción en que se embarcó esta chica.

La caradura sólo cantó una canción en directo -una balada absurda sobre sus alas, que todas esas chicas prepúberes y púberes se sabían de memoria y cantaron a todo pulmón. El resto del tiempo, Britney bailó mucho e hizo mimo. De su repertorio, agotó sus dos últimos discos y añadió "Slave For You", "Toxic" y "Baby, On More Time", en una versión hipnótica, que resaltaba los aspectos S&M de la canción, porque la canción debería ser el himno de la comunidad S&M. Todo era muy sexy, atrevido y susurrante. La chica está perdida en un bucle "yo hago con mi chichi lo que quiero", que está muy bien, aunque es poco nuevo y, en mi humilde opinión, lo hace sin gracia. Madonna, la VHP, con aquel beso, la gafó para siempre.

La producción del espectáculo es buenísima; los músicos parecen buenos -no se los ve a penas- y los bailarines son estupendos, sobre todo o cuando bailan sin la Britney -cuando bailan con ella se cortan e intentan no hacerle sombra- o cuando bailan medio en cueros.

El problema es que, después de un rato, uno empieza a pensar que esa rubia que da saltitos en el escenario -las tres pistas de un circo- podría ser la Britney, una prima suya o Soraya. Da un poco igual y, eso me pareció a mi, a ella también. ¿Le gustan a la Britney sus canciones? Está claro que hay alguien que sigue haciendo dinero con ella. No voy a entrar en el tópico "pobre niña rica", pero sí da una mijita de pena. Muchas luces, al final, no parece que tenga y, cada una somos cada una y sus circunstancias, en el concierto queda claro que sus puntos de referencia son Marylin Manson -hace una versión, que proyectan en vídeo, de la versión de "Sweet Dreams" de la Manson- y los "Cheetos". Y, además, no cantó "Sometimes".

6. Unos días antes, un sábado que no iba a salir. Me fui a casa de unos amigos a pasar el rato, mientras en la tele destrozaban a Susan Boyle y bebíamos algo. Terminamos en una discoteca de chicos sensibles, lejos de todas partes, en la que vimos actuar a Kelly Rowland. La Rowland, una de cuyos mayores puntos a favor es que es la "Destiny's Child" favorita de la Breckinridge, cantó tres temas de los suyos, en directo, pero con música pregrabada. Cuando la vi bajando por una escalera altísima, con guardaespaldas delante y detrás, camino del escenario, pensé en una entrada sobre la suerte, el éxito y las injusticias del mundo del espectáculo. También sobre las "divas del arroyo". Pero, a media canción, perdí el hilo: se me puso a hablar el amigo de un amigo que es guapísimo y ya ni me enteré si la Rowland cantaba "Dilemma", "Work", "Daylight" o "Yes, Sir, I Can Booggie".

7. Ayer, volviendo a casa, tras haber terminado diligentemente mis tareas en la oficina, pasé por delante de la Embajada de Irán. Había un par de cientos de iraníes gritando y protestando; de manera ordenada, como es la norma aquí, que para algo esto en Inglaterra. Mi primera reacción -mejor dicho, mi segunda reacción, porque la primera fue sentirme molesto por que relentizaban el tráfico- fue pensar que hacían bien, pero que era otra manifestación más frente a una Embajada en Londres. Pero, luego, me di cuenta que una buena proporción de los manifestantes eran unas locas loquísimas, incluso maquilladas iban algunas, y fue entonces cuando caí en que, en Irán, cuelgan a los maricas -las bolleras no existen porque, como las mujeres son de segunda clase e impuras, su cuerpo no es suyo- y que esa gente no se manifestaba, simplemente, porque no se sabe dónde han ido a parar sus votos, sino porque el régimen iraní es una mierda y quieren cambiarlo. Ahí me di cuenta de que lo que pase en Irán me importa y me dio cierta vergüenza haberme olvidado que votar en unas elecciones limpias es, más que nada, un privilegio, y que subirte en una carroza el 28 de junio -o antes o después-, un orgullo.