Escribo para mi mismo. Porque he descubierto el placer de releer las entradas para recordar mejor lo que vi y sentí. Escribo para relatarme mi vida a mi mismo. Esto supone que, como si fuera un papel pintado mal encolado a la pared, lo que aquí relato se despega ocasionalmente de lo realmente vivido y forma burbujas, con las que se adapta esa realidad a la lógica del relato, más que al caos ilógico y nunca lineal de la vida vivida. Por eso, en consecuencia, transformo los hechos en un relato y a quien menciono, y a mi mismo, en personajes de un pliegue de la realidad, sin por ello dejar de ser sincero.


miércoles, 10 de julio de 2013

Gaviota

Uno piensa que va a encontrar algo. No sólo viaja para ver o hacer, sino con la expectativa de ver o hacer algo extraordinario; de encontrar una respuesta a alguna de las preguntas que, más que hacernos, intuimos. Tal vez, mirando al horizonte, el vuelo de una gaviota nos dé una respuesta.
Es un espejismo, una engañifa de nuestro cerebro, de nosotros mismos. Es una expresión de nuestra dificultad para asumir de manera íntima y relajada nuestra limitación. Porque esa respuesta, lo es a una pregunta trascendente, claro está. Se trata de darle sentido a la vida y de explicarla.

Llegué a la Isla de Pascua en la mañana de hoy, martes. He dedicado el día a instalarme, dar un largo paseo, mirar a los surfistas del puerto y visitar el museo. 
Me quedo en una pensión.  El dueño es una "gorda líder", lo que tiene sus ventajas, con algo de mano izquierda. Mañana, con otros dos huéspedes (un tasmano de 60 años y un suizo feúcho), nos lleva de excursión en su coche. Pagando, claro, pero más cómodo y personal y menos turístico, al menos en su aspecto, que ir en un grupo organizado. El tío es de aquí y se nota que disfruta hablando de Rapa Nui y diciéndote qué hacer y cómo; sobre todo cómo: si lo dejas, te organiza la vida.
Mi primer impresión está llena de expectativa. En mi paseo, he visto algún Ahu (plataforma ceremonial) y Moai (las famosas estatuas), pero nada que impresione.
Me han impresionado más las olas en la Caleta que hace de puerto. He visto una tienda de surf donde parece que alquilan tablas; el agua no parece estar fría, aunque he venido en pleno invierno.
Durante el día hemos tenido unos 22º y nubes y claros. Ahora, de noche, hace casi frío (llevo pantalones largos, calcetines y una jersey fino).
Estaré aquí 6 días enteros, lo que me tiene que dar a ver bien el parque arqueológico, hacer un par de caminatas y algo de surf. Puede que alguna inmersión, aunque creo que mucho no me apetece.
La Isla de Pascua es una de las esquinas del triángulo polinesio (Nueva Zelanda y Hawaii son los otros dos) y, por ahora, el elemento polinesio se me presenta muy diluido: tal vez porque no hay palmeras y no hace calor; tal vez porque hablo en castellano; tal vez porque la gente parece chilena; tal vez, porque es una frontera y un lugar extremadamente aislado (la tierra habitada más cercana es Pitcairn, a dos mil kilómetros; Chile está a más de cuatro mil, la Polinesia Francesa, algo más cerca). Por otro lado, puede que me esté equivocando de medio a medio y que el problema es que, tan preocupado por ver volar las gaviotas sobre la línea del horizonte, no veo los detalles que me rodean.

Gaviota, gavilán o paloma: http://www.youtube.com/watch?v=VsZZN_R9Lvo

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