Cuando empecé a escribir aquí, un amigo bloguero me dijo que escribir un blog era como mudarse a una ciudad nueva. Al principio, te invade la euforia por todas las posibilidades que se te abren, porque es un nuevo comienzo y vas a conocer al amor de tu vida. Luego, te desanimas un poco, porque muchas de las promesas del principio no se cumplen, te das cuenta que los adoquines te destrozan los tacones y que ese chico tan guapo, que parecía hacerte mucho caso, tiene un gran problema de halitosis. Por suerte, añadió, no hay dos sin tres, así que del desengaño pasas a una tercera etapa, en la que te reconcilias con la ciudad, vuelves a tener ganas de salir a pasear -porque has aprendido a dejar los tacones en casa y ponerte unas zapatillas- y recuperas el ánimo para besar sapos.
Imagino que no se os escapa que estoy en la segunda fase. Desde principios de año, me apetece poco escribir o, mejor dicho, me pongo a escribir, empiezo una entrada nueva, pero no la termino. Tengo media docena de borradores colgados como una paraguaya en el limbo electrónico. En parte, creo que es porque durante la semana que pasé en Río redescubrí todas las cosas que se pueden hacer desconectado de un ordenador. Así que, cuando vuelvo a casa del trabajo, ni se me ocurre encenderlo -aquí es cuando digo la pedantería de que estoy enganchado a los "Episodios Nacionales" y los documentales de la BBC.
Hay, seguramente, otras razones; como la época del año o que he tenido algo más de trabajo y estoy más cansado.
También siento que he agotado la lista de temas que mentalmente había preparado y, cada vez que empiezo una nueva entrada, me da la sensación de que me repito. Luego está un relato que se me resiste muchísimo.
Es decir, que estoy un poco de vacaciones. Pero, volveré -¡claro que volveré!- y seré sillones.
Por si alguien se lo pregunta, me afeité el bigote después de cuatro semanas. Claudiqué a la presión: a mi novio sólo le faltaba decir "o el bigote o yo". También es cierto que me convencía a medias. Me seguía haciendo gracia, sobre todo porque descubrí que, aunque se tratara de pelo facial, no me daba un aire "hiper-masculino", sino más bien "hiper-marica". Tal vez, por ser pionero o por el referente de los primeros mari-clones de los 70 o porque, como me dijo un amigo, "no te hace más guapo, pero es muy sexual". Durante este casi mes, me han comparado con un futbolista alemán, una versión "mari-clona" de Tom Cruise y un actor porno de los 70, lo que no dejan de ser diferentes maneras de decir la misma cosa.
Imagino que no se os escapa que estoy en la segunda fase. Desde principios de año, me apetece poco escribir o, mejor dicho, me pongo a escribir, empiezo una entrada nueva, pero no la termino. Tengo media docena de borradores colgados como una paraguaya en el limbo electrónico. En parte, creo que es porque durante la semana que pasé en Río redescubrí todas las cosas que se pueden hacer desconectado de un ordenador. Así que, cuando vuelvo a casa del trabajo, ni se me ocurre encenderlo -aquí es cuando digo la pedantería de que estoy enganchado a los "Episodios Nacionales" y los documentales de la BBC.
Hay, seguramente, otras razones; como la época del año o que he tenido algo más de trabajo y estoy más cansado.
También siento que he agotado la lista de temas que mentalmente había preparado y, cada vez que empiezo una nueva entrada, me da la sensación de que me repito. Luego está un relato que se me resiste muchísimo.
Es decir, que estoy un poco de vacaciones. Pero, volveré -¡claro que volveré!- y seré sillones.
Por si alguien se lo pregunta, me afeité el bigote después de cuatro semanas. Claudiqué a la presión: a mi novio sólo le faltaba decir "o el bigote o yo". También es cierto que me convencía a medias. Me seguía haciendo gracia, sobre todo porque descubrí que, aunque se tratara de pelo facial, no me daba un aire "hiper-masculino", sino más bien "hiper-marica". Tal vez, por ser pionero o por el referente de los primeros mari-clones de los 70 o porque, como me dijo un amigo, "no te hace más guapo, pero es muy sexual". Durante este casi mes, me han comparado con un futbolista alemán, una versión "mari-clona" de Tom Cruise y un actor porno de los 70, lo que no dejan de ser diferentes maneras de decir la misma cosa.
2 comentarios:
Esperaremos a que llegues a la fase tres. Tu blog es una de las cosas que me entretienen en mi dura jornada laboral!
Respecto a lo del bigote... creo que pocos lo echarán de menos, pero gracias a ello ya puedes tachar de la lista de cosas pendientes "dejarme bigote" y si se trataba de un preludio de la crisis de los 40 estaremos preparados para cuando te tiñas en pelo...
Been there, done that, como sabes bien. De hecho hace dos semanas, cuando me di de baja del innombrable féisbuc, decidí abolir che guevara and debussy. Al final he optado por seguir y con material más heavy. Y que se jodan.
A mí me gustabas con el bigote, aunque me jodía mucho que ni por ésas parece que tienen tu edad. Mira que a mí me dicen que no parezco que tengo la que tengo... y yo siempre digo, "pues mirad a la Stanwyck, ésa si que es una cabrona".
Tal como puedes comprobar, mi determinación de no decir tacos ha pasado a mejor vida. Estoy en NY, un poco hartito. , parafraseando a MAcNamara, "no Sydney, no Rio, no NY, no nothing. Estoy histérica".
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