Escribo para mi mismo. Porque he descubierto el placer de releer las entradas para recordar mejor lo que vi y sentí. Escribo para relatarme mi vida a mi mismo. Esto supone que, como si fuera un papel pintado mal encolado a la pared, lo que aquí relato se despega ocasionalmente de lo realmente vivido y forma burbujas, con las que se adapta esa realidad a la lógica del relato, más que al caos ilógico y nunca lineal de la vida vivida. Por eso, en consecuencia, transformo los hechos en un relato y a quien menciono, y a mi mismo, en personajes de un pliegue de la realidad, sin por ello dejar de ser sincero.


martes, 4 de junio de 2013

Adelanto

En el otro blog, cuento que viajando de Cairns a Brisbane me di cuenta que empecé el viaje con una idea equivocada. De hecho, con más de una.
No me di cuenta, para empezar, de que un viaje largo como este conviene no organizar demasiadas cosas por adelantado y, aunque he tenido cierta flexibilidad, podría haberme permitido organizar menos de antemano, no adelantarme y dejar más cancha a la inprovisación.
Por suerte, para los Mares del Sur, sólo organicé los vuelos antes de salir, y ni siquiera todos. A estas alturas, tengo una reserva de algún tipo para la primera o primeras noches de cada llegada.
Sin embargo, no me refiero a eso en el otro blog, al menos no tan claramente. A lo que me refiero es a que empecé el viaje, después de haber dejado Londres y antes de instalarme en Madrid, tal y como está escrito en alguna de las primera entradas, con la idea de que el viaje iba a permitirme encontrar una explicación clara, una razón global, algo que le diera sentido y me explicara, para empezar, los últimos 6 meses. Sin embargo, en ese viaje de Cairns a Brisbane, me di cuenta de que no iba a ser así, porque no hay ninguna razón global, explicación clara, sentido último. Sino que las cosas pasaron y las decisiones se fueron sucediendo y ya está. Las cosas pasan y decidimos y poco más, salvo asumir las consecuencias. Posiblemente, puedo mirar a los últimos meses, o incluso a los últimos años, y señalar momentos, sentimientos, el flujo y reflujo, pero no por ello darles más unidad que la del tiempo y mi mismedad. 
Se me ocurre que me he dado cuenta de que he dejado de necesitar darme esa explicación y simplemente asumo lo que pasó y lo que no pasó, lo hecho y dejado de lado, las oportunidades aprovechadas y las desperdiciadas.
Diría que hacer este viaje me está dando tranquilidad y paz. Dicho esto, me quedan, al escribir esto, 40 días de viaje. Más me vale no adelantarme y sacar conclusiones. 

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